Pero ahora...después de muuuchos años sin llegar a la final de la Copa de Europa, me tengo que convertir.
Me he convertido. Creo que el culpable ha sido mi "exilio" en Alemania. Si hubiera pasado cuando vivía en Londres no creo que me hubiera emocionado tanto.
Como no vivo en una gran ciudad, no pude encontrar una bandera española. Hasta me fuí a la ciudad para buscarla, pero sin resultados. Así que como se dice en mi tierra: "cuando no hay pan, buenas son tortas", y cojí brocha y pincel y decoré casa, camiseta, coche y hasta uñas!
Anoche yo era la única en mi pueblo, aunque un par de banderas ondeaban en dos coches (hay más españoles viviendo en estas lindes? o eran hijos de inmigrantes españoles?)
Sentí un orgullo difícil de explicar. Y en cuanto las divisé a lo lejos me puse a vociferar: oeoeoeoeoe, España!
Eso sí, lo tuve que celebrar en casa, porque aunque la actitud de la gente en la calle era más o menos pacífica (no había contra quién), algunas miradas de reojo no eran muy bien intencionadas.
Ganamos porque lo merecíamos.
Por cierto, el próximo fin de semana me toca cocinar tortilla de patatas para todos mis amigos, fue la apuesta que hice si ganaba España!